
Pocas veces se piensa en ello, pero redactar un testamento es algo importante y a la vez, es una decisión fácil.
Por Judith R. Iglesias
La ley española marca que una parte de la herencia debe ir obligatoriamente a los llamados herederos forzosos generalmente, los hijos. Pero más allá de esa franja, existe un margen de libertad que permite decidir a quién beneficiar. Ese espacio puede servir para reconocer apoyos, compensar situaciones o proteger a personas concretas. Y conviene recordar algo importante: el testamento no es definitivo, puede modificarse tantas veces como sea necesario hasta el último día de vida. Lo que sí resulta peligroso es dejarlo todo en manos del azar. No basta con escribir un par de líneas en casa ni con confiar en que los familiares ya sabrán lo que hacer. Los descuidos o el desconocimiento de la ley acaban pasando factura y suelen traducirse en disputas entre herederos. De ahí la importancia de contar con un notario y de actualizar el documento cada vez que cambian nuestras circunstancias personales.