
Hacer testamento es probablemente una de las decisiones más importantes de nuestra vida, ya que pequeños descuidos pueden convertirse en grandes problemas al repartir la herencia.
Redactar un testamento puede parecer sencillo, pero pequeños descuidos pueden convertirse en grandes problemas al repartir la herencia.
Uno de los errores más comunes es precisamente no hacerlo, bajo la idea equivocada de que no hace falta. Otro fallo habitual es no revisarlo cuando cambian las circunstancias personales, como un nuevo matrimonio, una separación o la llegada de más hijos.
También generan conflictos las cláusulas ambiguas que se prestan a diferentes interpretaciones, así como el desconocimiento de la porción mínima que la ley garantiza a determinados herederos. A todo ello se suma la tentación de redactar el testamento sin un notario, lo que en muchos casos termina en disputas legales o en la nulidad del documento.
Pero de entre todos, a juicio de la notaria, María Cristina Clemente Buendía el peor error que suelen cometer las personas a la hora de dejar testamento «es que lo redacten ellas mismas, que se hagan un testamento ológrafo en casa«, ya que, «desconocen en muchas ocasiones cuál es el sistema legitimario«.